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No podía dejar de Vomitar para Adelgazar
- Published_at:2019-02-02
- Category:People & Blogs
- Channel:ASÍ ES LA VIDA
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- description: ★ Suscríbete a ASÍ ES LA VIDA: http://bit.ly/2rH5mEv Esta es Jade y es gorda. Así es como se hubiera presentado hace unos años, cuando era bulímica. Quiere advertirles sobre los peligros de los desórdenes alimenticios. Esto es lo que le ocurrió a ella. Jade siempre había sido una perfeccionista. Todo a su alrededor debía ser perfecto: su habitación, sus notas, su apariencia. Y también su mejor amiga. Su nombre era Joanne, y se conocieron a los 12. Jade la veía como la mejor amiga que una chica pudiera tener, era inteligente, atenta y amable. Cuando llegó a los primeros años de la adolescencia, su cuerpo comenzó a cambiar, y su lucha por ser perfecta se dificultó mucho. Creía que había algo malo en ella. Joanne seguía siendo muy atenta, pero Jade ya no se sentía cómoda con su apoyo. Siempre hacía pequeños comentarios inocentes, como: “Sabes, mi tía me regaló unos jeans que son muy grandes para mí. ¿Los quieres? ¡Seguro te quedan bien!”. O “¡Te admiro por todo lo que estudias! ¡Siempre dije que ser inteligente es más importante que verse bien!”. Eso llevó a Jade a creer que de verdad era fea y gorda. El sentimiento empeoraba con los días, hasta que un día decidió hacer algo al respecto. Debía perder peso. No creas que ella era gorda. Era absolutamente normal, incluso delgada, pero en su imaginación era una horrible criatura del tamaño de Godzilla. Muchas veces, las manipulaciones y las obsesiones alteran nuestra visión. Jade seguía siendo la de siempre, pero estaba convencida de que tenía grasa por todas partes. Decidió contar sus calorías y dejar de comer tanto. Estableció un límite de 800 calorías diarias, pero a veces se obsesionaba tanto que ni siquiera llegaba a eso. Un par de semanas después de haber comenzado la dieta, perdió el apetito. Podía pasar un día entero con solo un par de manzanas. Y estaba segura de que seguía gorda, gorda, gorda, por más que los números de la balanza no dejaban de bajar. Jade logró respetar su dieta un par de meses antes de que su mamá se diera cuenta. Mientras tanto, Joanne seguía alterándola: no dejaba de presumir sobre sí misma y sugerir que Jade tenía kilos de más. Lo cierto era que parecía un esqueleto. Ahora sabe que tenía anorexia, pero en ese momento se creía cerca de la perfección. Uno o dos kilos menos y tendría el peso ideal. Su mamá pensaba algo diferente, decidió alimentarla a la fuerza antes de que fuera demasiado tarde. Jade comía y sufría, podía sentir cómo volvía a engordar. Aún recuerda un sándwich que le pareció particularmente asqueroso, se preguntó a sí misma por qué no podía vomitarlo y ya. Ah… ¡Qué gran alivio! Mientras se lavaba los dientes, se le ocurrió que podía hacer eso todo el tiempo, era la solución perfecta. Su mamá la vería comer, y Jade seguiría delgada. Así fue como entró al “mágico” mundo de la bulimia. Por fin podía comer de nuevo: Joanne la estresaba mucho y, si bien la quería mucho, necesitaba comer para callar sus nervios. En un punto pasó a comer de más, llegaba a devorar un enorme plato de pasta o tres rebanadas de pizza, ¡y luego las vomitaba para seguir comiendo! Después de varios meses así, la situación de Jade era terrible. Tenía una piel horrible, dolor de dientes, se le caía el cabello y le aparecían moretones por todo el cuerpo. Vomitar todo el día no es algo sano. También estaba inestable psicológicamente, pasaba de la euforia de comer y vomitar a la desesperación al mirarse en el espejo o al hablar con Joanna, que no dejaba de darle “valiosos” consejos sobre cómo perder aún más peso. Jade recuerda a la perfección el día en que sus ojos se abrieron. Joanna comenzó a desarrollarse, tal como le había ocurrido a ella dos años antes. En esa época, la apariencia de su amiga estaba muy lejos de los estándares de la perfección. Jade decidió que necesitaba su apoyo. Le dijo algo como “¿Quieres algunos consejos para perder peso?”, y ella se ofendió. “¿Te refieres a comer y vomitar como tú? No, gracias, ¡eso es asqueroso! No necesito perder peso, ¡soy perfecta sin importar cómo me vea!”. Por todos los cielos, pensó Jade, ella no había dejado de hablar de la perfección física durante meses, repetía todo el tiempo lo gorda que Jade se veía y cómo debía perder peso. ¡¿Y ahora estaba en paz con su peso extra?! Jade rompió su amistad con Joanne. Pero, después de eso, su deseo de comer y su hambre se hicieron insoportables. Acabó por decirle todo a su mamá con la esperanza de que ella hiciera algo. La obligó a ir a una clínica especializada donde trataban con situaciones como la de ella. Ahora Jade está sana desde hace un año y está orgullosa de sí misma. ¡La perfección no existe! Música por Epidemic Sound: https://www.epidemicsound.com
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